Son
cuatro hombres que nada tienen que perder: Ramiro, Cucurucho, Dante y Jorge. No
tienen futuro y su presente es algo incierto, ilusorio, poco sustentable.
Deciden entonces jugarse a todo o nada. Asaltarán el banco de un pequeño pueblo
de provincia. Trazan un plan perfecto. Nada puede fallar. Sin embargo, algo
sale mal y deben huir precipitadamente. Es allí en donde la población del
lugar, abúlica y pasiva, reacciona salvaje y desmedidamente. Entonces, quienes
en un principio se configuraban como la encarnación del mal, pasan a ser las
víctimas de una locura que los persigue sin la menor compasión.
El depositario del mal es, en esta
novela de Dal Masetto, una sociedad que tiende a lo sádico. A medida que los
hechos se suceden desfilan por el texto una serie de personajes que no son lo
que parecen ser. Así el rol de las víctimas y de los victimarios se invierte
progresivamente para llegar a un clímax en donde la locura colectiva alcanza
características insospechadas.
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