Carrie
no fue la primera novela que Stephen King escribió, pero sí la primera que este
prolífico productor de best sellers publicó allá por el año 1974. Parece ser
que no estaba para nada conforme con su trabajo y, según lo que el mismo autor
cuenta en Mientras escribo (On writing), su esposa recuperó el
borrador del cesto de la basura y lo estimuló para que lo continuara.
La historia transcurre, como en la
mayor parte de las novelas de King, en el estado de Maine, en un pequeño pueblo
llamado Chamberlain. La protagonista es Carrie White, adolescente a punto de
graduarse, una especie de paria de su curso, el objeto de todas las burlas, la
típica desplazada por sus pares por ser distinta, callada, introvertida. La
novela comienza cuando Carrie sufre su primer período menstrual mientras se
está duchando junto a sus compañeras luego de la clase de educación física.
Sorprendida y sin comprender lo que le estaba pasando (su madre es una fanática
religiosa que considera pecaminoso todo lo que está referido a la sexualidad y,
por lo tanto, jamás le enseñó que las mujeres menstrúan), pide ayuda pues cree
que se está desangrando, pero sus compañeras la humillan lanzándole toallas
higiénicas y tampones.
El hecho traumático le hace
comprender a Carrie que su madre ha vivido ocultándole demasiadas verdades y
que todo aquello que considera tabú o “sucio”, es algo absolutamente normal
para el resto de sus pares. Pero hay algo más en Carrie, algo que la ayuda a
contrarrestar esa violencia física, verbal y moral a la que es sometida, tanto
por su madre como por sus compañeras de curso. Tiene poderes telequinéticos,
esto es, la capacidad de mover objetos a través de su fuerza mental.
Carrie intenta integrarse socialmente, pero ni
sus pares ni mucho menos su madre, están dispuestos a aceptarla. Ante esta
situación es fácil intuir que el monstruo no tardará en aparecer, y ése se
perfila como el tema central de la historia: los monstruos que la misma
sociedad engendra y que a la larga terminarán por destruirla. Carrie es víctima
de un entorno excesivamente cruel, del maltrato al que la someten y de la
interminable serie de humillaciones que ha debido soportar a la largo de su
vida. Cuando los hechos se precipitan y la cruel broma que Chris Hargensen y
sus secuaces han tramado para el momento cumbre del baile de graduación, dará
rienda suelta a su venganza y ya será demasiado tarde para expiaciones o
disculpas. El monstruo ha sido liberado y solamente la venganza total será
capaz de detenerlo.
La multiplicidad de fuentes le otorga
a la novela un carácter coral. En efecto, en ella encontramos extractos de
notas periodísticas, fragmentos de libros de investigación, artículos
publicados en diversos medios, testimonios de los sobrevivientes de la tragedia
y hasta transcripciones de las frases talladas en los bancos del colegio a
donde acudía Carrie White. Todas estas voces intentan otorgarle veracidad a la
historia, darle un estatuto de realidad. Algunas fuentes son complementarias de
otras, por ejemplo, el artículo “El negro amanecer de la telequinesia” amplía
la noticia periodística con la que empieza la novela, “Lluvia de piedras en
Chamberlain”. Todos estos discursos están intercalados entre una narración en
tercera persona que va refiriendo los hechos de manera fragmentaria. Al final,
todos los discursos se complementan y le dan una totalidad a la historia.
El tópico es bastante común dentro
de la cultura estadounidense, sobre todo en el cine de terror: ámbito de
colegio secundario, con adolescentes como protagonistas, víctimas todos ellos
de muertes espantosas. Quizás aquí esté la clave del éxito de esta novela que
no va mucho más allá de la mediocridad. King, en sus comienzos, había insistido
con tramas protagonizadas por adolescentes conflictuados. Cuando publicó Carrie, tenía inédita dos novelas que
publicó posteriormente con el pseudónimo de Richard Bachman. Una de ellas es La rabia[i],
protagonizada por un joven esquizofrénico que mantiene secuestrada a toda su
clase para impedir que lo encierren en un correccional por haber agredido a su
profesor. La otra es La larga marcha[ii],
una historia futurista en la que un adolescente participa, junto con otros
jóvenes, de una larga caminata en la que cada uno se juega la vida en pos de un
triunfo que les deparará fama y dinero. Finalmente fue Carrie el inicio de su exitosa carrera. Luego vendría una
seguidilla de títulos, a mi juicio, mucho más interesantes: El misterio de Salem’s Lot, El resplandor,
La danza de la muerte, La zona muerta, entre otros. King deja de lado a los
adolescentes y elige otras temáticas: el vampirismo, la locura, el apocalipsis,
la revelación de un futuro inquietante. El resultado es una narrativa mucho más
compleja que la de su novela iniciática, alejada de los estereotipos y clisés,
con tramas mucho más trabajadas y personajes mejor construidos.
Mario D. Foffano
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